4.      In xochitl in cuicatl, expresión de la Dualidad

 

 

Se ve más claro ahora cómo es que la particular concepción de los Divino que tuvieron los pueblos nahuas, herederos de la Toltecayotl, compromete (si ha parecido suficientemente demostrada mi hipótesis) y determina una precisa forma de lenguaje poético, el cual –forzosamente- ha de incluir (encerrar e implicar) a Dios en un sistema panteísta como parece serlo el que nos ocupa.

 

Más allá del difrasismo característico de la poesía náhuatl y que se ha considerado desde hace mucho la supuesta expresión de Ometeotl en el lenguaje poético, si he podido probar lo suficiente se advertirá que en realidad toda la poesía y cada uno de los cantos son manifestación del Dios y el Dios mismo, el cual para la visión panteísta no puede ser persona o no sólo persona sino necesariamente todas las cosas, incluida la palabra.

 

En muchos puntos -como se ha visto ya- el análisis textual facilita pruebas, además, para lo que había de demostrarse:

 

  1. La Poesía y la Filosofía no han tenido porqué ser tan ajenas. El contacto con los cantos nahuas revela en metáforas y difrasismos lo que más tarde puede ya expresarse con lenguaje filosófico, de ideas. De la misma forma, los conceptos sobre Ometeotl estudiados a través de sus epítetos (auténticas figuras de retórica) explican mucho más algunas alusiones dadas en lenguaje poético dentro de los cantares.

 

 

  1. Como había dicho en los primeros párrafos, cierta concepción de algo (o de todo, una cosmovisión) determina exactamente qué puede decirse y cómo puede hablarse sobre ello. Por facilidad se ha estudiado esto en un ordenamiento del Mundo donde cualquier cosa es de alguna forma lo Mismo que otra. El lenguaje -quizá, si implica la cosa dicha o ésta a aquel- es realmente algo natural y no meramente “convencional” como tendemos a pensar hogaño.

 

 

  1. Un Dios Dual y un lenguaje cargado de símbolo, metáfora y difrasismo no sólo en la poesía sino en el habla común son, así, mutuamente explicativos y más que coherentes; tanto, que la sensibilidad e inteligencia humanas expresadas con palabras floridas por los pueblos del Altiplano de México tienen una existencia perfectamente delimitada en y por los cantares y las palabras que en ellos se usan; así:

 

 

  1. Puede releerse in xochitl in cuicatl como un compendio, mejor, como la “Summa” (suprema, en cuanto total) expresión del mundo náhuatl. En cada línea de lo conservado y hasta en el nombre mismo se resume (sumere, sumptus) cualquier cosa que los nahuas pudieron y quisieron decir (y que acaso sean realmente todas), dado que la ambigüedad inherente a la poesía[1], -y más a la poesía que se refiere a la poesía misma[2]- hace posible por la dilución del límite preciso de esta o aquella palabra y de esta o aquella referencia determinada, el verlo todo (hasta el punto mismo donde ocurre) en un solo punto. El Aleph de Borges es, en esto, la Flor y el Canto.

 

Flor y canto son encrucijadas semánticas, polisémicas y ambiguas designaciones para cada uno de los rumbos del universo náhuatl: Tlalticpac, la tierra, las flores naturales y su belleza “ante los ojos”; Tamoanchan, el paraíso, los cielos, la divinidad de la palabra embellecida por la eflorescencia del Xochicuahuitl; y Quenonamican, el lugar del “de qué modo”, del “algo”, con el espíritu descarnado de los guerreros muertos. Todos al mismo tiempo y todos irremediablemente separados por los “cantos desiguales”. La divinidad ha determinado el metatexto de los cantos porque es ella misma Ambigüedad y Todas las Cosas.

 

Dependiendo de lo que en sucesivas lecturas se tome por flor y por canto se descubren nuevos sentidos[3], combinaciones infinitas que no son otra cosa sino el desdoblarse mismo del Dios en el Cosmos, máscaras de su Dualidad y por tanto:

 

 

  1. La reflexión (pregunta y pregunta por sí misma) de la Flor y el Canto -que tiene lugar en el propio lenguaje poético- va inexorablemente aparejada (dado que entran ambas en el Universo Dual) a una polarización temática: la alegría y la angustia, que no vienen dadas porque a las veces el Dios se despliegue en el florido decir (Tezcatlanextia: espejo que hace relucir las cosas) y a las veces se oculte en la “flor del cadillo y del muicle” que son el humano aliento (Tezcatlipoca: espejo que ahuma) sino, más bien, porque aun lo mostrado –precisamente lo mostrado a medida que aumenta en cantidad- oprime, desampara, desasosiega y mata, mientras el misterio -lo invisible y lo impalpable, lo por nuestro bien oculto, lo olvidado- puede ser para nosotros ocasión de gozo desmedido en medio del ligero viento de la Noche en calma.

 

Zan te te yenelli                  Aya 

aca zan tlahuanco  Aya

in ipal nemoani...

     ¿In cuix nelli cuix amo nelli?

Quen in conitohua.

      In ma oc on nentlamati

in toyollo…  Yeehuaya.    Ohuaya Ohuaya.

 

Quexquich in ye nelli

quilhuia in amo nell’on

zan no monenequi

in ipal nemoani...

Ma oc on nentlamati

In toyollo... Yehuaya.      Ohuaya Ohuaya.

 

 

(RSNE 19v-20r)

 

 

(A la flor en la sementera de mi Dios, por ella misma.)

 

 

          

 

 



[1] Roman Jakobson en su Lingüística y poética (p.62 de la edición consultada) apunta: “La ambigüedad consiste en el carácter intrínseco e inalienable de cualquier mensaje que fija la atención en sí mismo, es decir, es una consecuencia natural de la poesía. (...) Tanto el propio mensaje como su hablante y oyente se hacen ambiguos (...) De un modo implícito, cualquier mensaje poético es un discurso de alusión con todo esos problemas intrínsecos y característicos que el <<discurso dentro del discurso>> ofrece al lingüista. La supremacía de la función poética sobre la referencial no destruye tal referencia sino que la hace ambigua.”

[2] Comparto con Leander la opinión de que el xochicuicatl es (op.cit. p.69) “poesía de la poesía”. No obstante, radicalizo la tesis y afirmo que todo cuicatl es autorreferente, “discurso dentro del discurso”.

[3] Hay, en palabras de Segala (op.cit. p. 276) “una literalidad visible y su código oculto” tanto la Flor y el Canto en como en cualquier lenguaje poético.